Tal y como los investigadores suponían, ninguno de los descendientes de este toro desarrolló cuernos y el análisis de sangre y los exámenes físicos a los terneros demostraron que los seis estaban sanos. También secuenciaron los genomas tanto de los terneros como de sus padres y los analizaron buscando algún cambio inesperado en ellos.
Científicos de la FDA realizaron un análisis que reveló cómo un fragmento de ADN bacteriano (plásmido) empleado para modificar el ADN del toro y evitar que este desarrollase cuernos se había integrado junto con uno de los dos alelos sin cuernos, que se generaron por medio de la edición del genoma en el toro.
Alison Van Eenennaam, del Departamento de Ciencia Animal de UC Davis, explica cómo encontraron que dos de los terneros habían heredado el alelo natural sin cuernos y cuatro de ellos heredaron un plásmido. La integración de este se puede abordar mediante el cribado y la selección, en este caso, de las dos crías que heredaron solo el alelo natural sin cuernos. Además, el plásmido no daña a los animales, pero convierte al toro en un organismo genéticamente modificado al contener ADN de otra especie.
Desde que la compañía Recombinetics inició esta labor en 2013, nuevos métodos han sido empleados para provocar la introgresión de este alelo. Van Eenennaam destaca que la edición del genoma presenta una alternativa indolora a la eliminación de cuernos introduciendo un alelo natural presente en algunas razas de ganado bovino, como el Angus.
Fuente: La Vanguardia
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