HOY SE CUMPLEN 152 AÑOS DEL NACIMIENTO DE MARIE CURIE, LA PRIMERA MUJER GALARDONADA CON UN PREMIO NOBEL

El 7 de noviembre de 1867, nació Marie Curie en Varsovia. Fue hija de un profesor de matemáticas y de física, disciplinas por las que se apasionaría más adelante. El hecho de hacer una carrera científica fue muy difícil para ella y estudió en una universidad clandestina de Varsovia, ya que Polonia estaba sometida por el imperio ruso y los estudios superiores estaban vedados a las mujeres. Mas tarde se marchó a París, donde estudiaría matemáticas y física junto a científicos prestigiosos.


En 1893 recibió su licenciatura en física y uno de sus profesores, el físico Gabriel Lippmann, impresionado por su talento, la contrató para trabajar en su laboratorio. Él le encargó un estudio sobre la imantación del acero y esta investigación la llevó a conocer su futuro esposo, que era un especialista en este ámbito.

El casual descubrimiento del físico Henry Becquerel acerca de la radiación emitida por el uranio, despertó la curiosidad de Curie, quien se propuso investigar si existían otros elementos que también emitieran radiación. Desarrolló un trabajo largo y penoso, en un laboratorio rudimentario y con escaso instrumental. Para julio de 1898 había descubierto el polonio y para diciembre del mismo año, el radio. Dos años de labor le costó aislar, de una tonelada de pechblenda, tres décimas de gramo de cloruro de radio, dos millones de veces más activo que el uranio. Es ella quien nombra a este fenómeno radiactividad.

En 1903 el matrimonio Curie junto a Henry Becquerel recibió el premio Nobel (como a ella no se lo querían dar por ser mujer y Pierre Curie se negó a aceptarlo, accedieron a incluirla) y se convirtió así en la primera mujer en recibir este premio.

En 1906 Pierre murió en un accidente callejero y ella heredó su cátedra en la Sorbona (una primicia en la época). En 1909 es nombrada titular de Física general y radiactividad, y en 1911 al realizar la hazaña de aislar radio puro es recompensada con un segundo premio Nobel.

Durante la Primera Guerra Mundial, recorrió el frente con veinte ambulancias dotadas de equipo radiográfico para localizar los fragmentos metálicos en los heridos, asistida por su hija Irene de 18 años. Esta labor no fue reconocida por el gobierno francés, pero sirvió de ejemplo para una serie de luchas feministas.

Las prolongadas exposiciones a los materiales radioactivos (cuya nocividad se desconocía) le provocaron una leucemia que causaría su fallecimiento. En un reconocimiento tardío el gobierno francés dispuso en 1995 que sus restos se depositaran en el Panteón, siendo la única mujer cuyos restos reposan allí.

Fuente: La Izquierda Diario

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