UN CEREBRO PEQUEÑO QUE PUDO ALBERGAR INTELIGENCIA INSOSPECHADA

Desde que el Homo naledi fue descubierto en Sudáfrica hace tres años, en 2015, nos ha dado más de una sorpresa. Esta nueva especie se unía a la familia humana. Características anatómicas antiguas y un cerebro pequeño, aproximadamente un tercio del nuestro, lo diferenciaban de nosotros, los humanos modernos. Sin embargo, pudimos coincidir tanto en lugar como en tiempo, hace entre 226.000 y 335.000 años. Recientemente, un estudio, gracias a una reconstrucción del cerebro de esta especie por medio de cinco cráneos diferentes, ha llegado a la conclusión de que aunque en menor tamaño, el parecido con nuestro cerebro fue sorprendente.

Este hallazgo supone un refuerzo para la hipótesis de que los nadeli pudieron haber tenido una remarcable inteligencia y cuestiona la creencia de la inevitable evolución humana hacia cerebros más grandes y complejos para aumentar la inteligencia.

El equipo del profesor Lee Berguer, de la Universidad de Witwatersrand, fue el afortunado en encontrar a los naledi, en las cuevas de Rising Star, 50 kilómetros alejadas de Johannesbrgo. 1.500 restos óseos pertenecientes a más de 15 individuos, fueron hallados en el yacimiento. A este hecho se le dio una gran importancia y fue proclamado uno de los más importantes del siglo. La nueve especie parecía capaz incluso de enterrar a los difuntos, se abrían nuevas puertas que llevaban a miles de preguntas.

Antes de saber en qué fecha vivieron, los investigadores pensaron que se podía tratar de restos de varios millones de años de antigüedad, llegaron incluso a insinuar que podría ser un «eslabón perdido» entre los últimos australopitecos (aún no humanos) y los primeros del género Homo. Más tarde, en 2017, se descubrió que no era así, puesto que era una especie mucho más moderna que pudo llegar a convivir con los primeros humanos en África. Esto contradecía las creencias de los científicos de que el Homo sapiens fue la única especie que vivió en su época en el continente africano. La pregunta que se hicieron entonces fue, ¿cómo pudieron los naledi sobrevivir junto a otra especie con un cerebro tres veces más grande? La posible respuesta: la estructura y forma del cerebro tuvieron más influencia que el tamaño del mismo en la inteligencia de estos individuos.

Ayudándose de cinco fragmentos de cráneos -algunos parciales, otros completos- de cinco individuos adultos, los investigadores lograron reconstruir las huellas de la forma del cerebro de Homo naledi. Uno de estos cráneos fue de especial utilidad, ya que tenía una huella muy clara de los pliegues cerebrales en la superficie del lóbulo frontal izquierdo del cerebro. «Este es el cráneo que he estado esperando durante toda mi carrera», asegura Ralph Holloway, de la Universidad de Columbia y autor principal de la investigación.

Así se ha podido comprobar, que al igual que las de otros miembros de la familia humana, como Homo erectus, Homo habilis, los «hobbits» de cerebro pequeño, y Homo floresiensis, la anatomía del lóbulo frontal de naledi es similar a la de los humanos y muy diferente de la de los grandes simios. Sin embargo, otras especies anteriores, como el Australopithecus africanus, tenían esta parte mucho más parecida a los simios, lo que nos sugiere que los cambios se dieron con la aparición del género Homo. «Es muy pronto para especular sobre el lenguaje o la comunicación en Homo naledi -dice el coautor del estudio, Shawn Hurst-, pero hoy el lenguaje humano se basa en esta región del cerebro».

Fuente: ABC

Comentarios