FÓSILES OCULTOS EN EL ASFALTO

Muchas ciudades conservan restos paleontológicos en baldosas, estatuas o incluso en el suburbano.

Pocos saben que en la caliza negra que reviste las paredes de andenes, asoman restos de caparazones de ammonites, familiares muy lejanos de los pulpos y los calamares.

En Fuencarral (Madrid), podemos distinguir en las baldosas que cubren el suelo, una colonia de coral.

Vestigios de la vida tal como era hace millones de años.

Estos pueden estar en calles, fachadas de los edificios, o incluso, en las profundidades bajo la ciudad.

"Los fósiles urbanos reflejan la historia de una ciudad y sus cambios. Muchas ciudades son auténticos museos de geología" explica el geólogo Rubén Santos.

Se realizó un proyecto en Madrid hace aproximadamente 3 años, con el nombre de Caracoles en las aceras. Actualmente, es un contenedor que incluye datos sobre puntos con puntos paleontológicos en 53 ciudades de diferentes países. Esta recopilación es fruto de su propio trabajo de investigación y de la información que le proporcionan usuarios como: profesionales vinculados a la geología, profesores de ciencias naturales, incluso "niños que salen con sus padres a buscar fósiles".

Existe un mapa en Madrid en el que se señalan puntos de interés en los que se encuentran fósiles en sitios como andenes del metro, portales, en la fachada de una farmacia o en lugares tan turísticos como el monumento de Cervantes de la plaza de España.

"Lo primero que hay que hacer es aprender a identificar rocas sedimentarias, que es la único tipo que pueden conservar fósiles.
Despúes, buscar formas, texturas y colores en la piedra que sean irregulares", señala Santos. Estas rocas, son casi siempre caliza.

Los fósiles urbanos, conservados en piedras utilizadas para la construcción están "fuera de su contexto geológico", pero todavía nos pueden aportar mucha información sobre dónde se formaron o en qué época.

Esta base de datos da una oportunidad para los aficionados de los fósiles una colección virtual sin tener que destruir el patrimonio paleontológico.

Fuente: El País