
Esta investigación en células madre y edición genómica promete ser una herramienta mucho más general. Ha empezado el futuro de la medicina regenerativa
La técnica solo servía para reparar pequeños trozos de piel. El niño alemán tenía destrozado el 60% de la suya. Un trozo de piel del niño, obtenido de su ingle y con apenas cuatro centímetros cuadrados de superficie, viaja de Bochum a Módena, Italia, donde De Luca y su equipo le aplican su técnica innovadora. Infectan el trozo de piel con un virus modificado que le aporta el gen correcto que le falta. Después cultivan las células transgénicas hasta producir un metro cuadrado de piel sana. Ese valioso material vuelve a Bochum y, tras unos pocos trasplantes que llevan unos meses, salvan al niño.
Para un pequeño grupo de científicos del mundo, como De Luca, la epidermólisis bullosa ha sido un objeto de fascinación durante 15 años. La razón es que, a menudo, las células enfermas de la piel humana son capaces de curarse a sí mismas. El fenómeno se llama revertant somatic mosaicism. Entre las parcelas de piel que sufren la destrucción, surgen ocasionalmente microparcelas de piel sana. Las células enfermas están todo el rato intentando librarse del daño genético que las arruina, y del estrés biológico a que su enfermedad las somete.

De Luca y sus compañeros italianos y alemanes no solo han salvado a un niño, sino que han abierto un continente biomédico para tratar las más crueles enfermedades de la piel. La investigación en células madre y edición genómica promete convertir esa estrategia en una herramienta mucho más general. Ha empezado el futuro de la medicina regenerativa.
Fuente: El País
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