Estaba especializado en matar grandes presas gracias a esa arma que poseía.
Su mordisco era menos fuerte que el de un león, pese a todo podía abrir la boca aproximadamente 180 grados para atacar.
Su forma de matar a sus presas unas vez capturadas es muy distinta al modo que es utilizado por los felinos que existen en la actualidad.
Gracias a sus colmillos, causaba una muerte rápida a sus presas, ya que eran aplanados y alargados, perfectos para destrozar distintas parte de sus sistemas internos. Dependiendo de por donde mordiera a las presas, podía llegar a atravesar la tráquea y en otros casos los pulmones.
Aunque los colmillos produjeran una muerte rápida, estos también eran mas frágiles que algunos de los colmillos de las actuales especies de felinos. Esto se ha descubierto por un estudio de Smilodon.
Existen distintas hipótesis de porqué se rompían con tanta facilidad sus colmillos, una de ellas es por su forma de cazar tan violentamente. Otra de las hipótesis es por la falta de presas, lo que les incitó a comer además de la carne, los huesos.
El paleontólogo Paul Palmqvist, informó de que para evitar perder esa dentadura, desarrollaron huesos cortos y anchos para que los músculos fueran capaces de inmovilizar a sus presas. Este desarrollo solo de produjo en las patas delanteras.
Varios paleontólogos estudiaron varios tipos de huesos de felinos de la actualidad y varios de los extintos. Tras estudiar estos huesos de tres clases distintas, llegaron a la conclusión de que los extintos a su vez evolucionaron sus patas traseras de modo que eran mas fuertes y potentes.
Fuente: EL PAÍS
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