EL PRIMER POTRO NACIDO A PARTIR DE UN EMBRIÓN CONGELADO

La biotecnología sigue empujando las fronteras de la ciencia. El último caso en España: un potro de cerca de seis meses en perfecto estado. No un potro normal, claro. Es el resultado de una novedosa técnica de congelación de embriones de caballo -de gran tamaño- que, realizada por el laboratorio Embryotools, permite que las yeguas de competición tengan descendencia sin parir y sin dejar de competir. Además, la nueva técnica mejora las tasas de éxito en los procesos de gestación en los «vientres de alquiler» equinos, y brinda la oportunidad de conservar la genética de esas yeguas campeonas, así como conocer las características genéticas de la futura cría. Y de rebote, da esperanza a la fauna con la posibilidad de aumentar los ejemplares de animales en vías de extinción.

El contexto que explica la celebración de tal acontecimiento está marcado por dos factores. En la industria equina es normal hacer inseminaciones artificiales para producir embriones con los genes de aquellos caballos que han demostrado un desarrollo óptimo, pero no se contempla que las yeguas queden embarazadas para que puedan, por un lado, seguir en la competición y, por otro, generar embriones. Así, es común el uso de vientres de alquiler que pueden no estar preparados para recibir el embrión. Aquí entra en juego la congelación del mismo, con el fin de no perderlo.

«Los embriones de caballo son bastante diferentes a los de otras especies, porque se desarrollan muy rápido y, al cabo de pocos días de que el óvulo se haya fecundado, logran tener un tamaño muy grande [un diámetro superior a los 0,3 milímetros]», contextualiza el director científico del laboratorio, Nuno Costa-Borges. «Lo que pasaba es que al ser tan grandes, cuando intentábamos congelarlos -considerando que cuando más grandes son, más agua hay dentro de las células- se formaban unos cristales de hielo que degeneraban el embrión». Este fenómeno se traducía en tasas de supervivencia muy bajas.

Para complicar más el proceso, resulta que, a partir del momento en que el embrión va creciendo en volumen, también desarrolla una cápsula alrededor tan dura que impide que haya intercambio entre el agua del interior de las células del embrión y las soluciones de congelación. «Lo que hemos conseguido», remata Costa-Borges, «es una técnica que hace que podamos tener los mismos resultados o incluso mejores congelando embriones grandes que cuando se congelan embriones pequeños».

El ejemplo práctico, un potro que nació en octubre en una granja de Taradell, Barcelona. Se trata de un caso de éxito por ser el primer embrión conseguido en España mediante esta nueva técnica. «Era de una yegua de doma clásica campeona», relata el científico. «Guillem, el veterinario de Tarradell, no quería perder el embrión, sabía que nosotros habíamos estado trabajando en esta técnica y nos lo mandó». Y sigue: «Nos lo envió, aplicamos la técnica, lo descongelamos, pasadas unas semanas se lo enviamos, él lo transfirió, implantó, se desarrolló todo bien y nació el pasado mes de octubre». En este caso, la operación se realizó en cosa de días, aunque, tal como explica la embrióloga sénior de Embryotools, Ivette Vanrell, el embrión puede aguantar congelado y en condiciones estables incluso años.

Partiendo del ejemplo de investigadores americanos, Embryotools ha usado un sistema de micromanipulación, un equipo que emula la funcionalidad de un taladro y una micropipeta para realizar un pequeño agujero en el embrión y aspirar el líquido de dentro, el líquido blastocélico. «Por un lado, eliminamos ese líquido que podía afectar a la congelación», explica el investigador, «por otro, el agujero permite que las soluciones de congelación que usamos penetren y reemplacen ese líquido que había dentro. Y como éstas están preparadas para que no se formen cristales de hielo, el embrión sobrevive». Además, aprovechan el líquido -repleto de ADN- para conocer las características genéticas de ese embrión. La investigación y la tecnología han sido clave en ello, aunque el equipo humano también ha estado a la altura. Entre ellos, el propio Nuno Costa-Borges, que participó en las primeras clonaciones con éxito en España, y Gloria Calderón, directora del centro y parte del equipo que hizo el primer bebé in vitro del país.

«El interés que tenemos en conocer la genética del embrión es mejorar la especie, sin modificarla genéticamente», matiza Costa-Borges. Es fácil empezar a divagar sobre las posibilidades que se abren, pero el científico ataja las suspicacias: muchas veces, en los criaderos de caballos se practican abortos y se matan potros por no ser del sexo que se necesita. «Si podemos saber las características antes de que el embrión implante», se puede elegir un embrión y los otros, congelarlos.

Eso sin hablar de las posibilidades que ofrecen ante las especies en peligro de extinción. Embryotools considera que una técnica similar a ésta que permite reducir el volumen de la cavidad es la clave del éxito para que sobrevivan embriones de muchas otras especies. E incluso puede seleccionarse un embrión determinado ante otro.

«Se publicó hace poco que el lince tiene poca variabilidad genética porque hay muy pocos ejemplares», apunta Nuno Costa-Borges. «En un proceso de repoblación, interesa tener más hembras que machos, entonces podríamos hacer varios embriones in vitro, seleccionar los que son hembras, hacer que haya una producción masiva de éstas y poder inseminar», asegura. En definitiva, la nueva técnica podría impulsar con mayor probabilidad de éxito a multitud de especies que están cerca de desaparecer.

Fuente: El Mundo

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