
Uno de los proyectos más avanzados es el Colisionador Lineal Internacional (ILC), que se construiría en Japón. En su concepción original podría producir partículas de materia oscura, que supone el 24% del universo y nunca ha sido observada, pero el proyecto afronta importantes recortes.
En la última reunión del comité de futuros aceleradores ICFA, celebrada la semana pasada en el Instituto de Física Corpuscular de Valencia,
Masanori Yamauchi, director general del laboratorio de física de
partículas de Japón (KEK), ha presentado al resto de países miembros un
plan para recortar la potencia del nuevo acelerador a la mitad y ahorrar
en torno a un 40% de su coste, de unos 8.000 millones de euros. Japón
cree que esta es la forma de salvar el proyecto y comenzar las
negociaciones con otros países para pagar su construcción, aunque aún
hay muchas dudas. “Los japoneses pensamos que la comunidad internacional
debe pagar la mayor parte del acelerador y la comunidad internacional
piensa justo lo contrario”, reconoce Yamauchi.
En su país, el mismo ministerio financia la ciencia y el deporte,
además de la cultura y la educación, lo que ha tenido un impacto
directo en las investigaciones del KEK. El organismo está recortando el
tiempo de operación de sus aceleradores en torno a un 10% al año para
ahorrar debido a los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020, explica Yamauchi
con resignación. Esta situación “está afectando negativamente a la
investigación de física de partículas” en el país, reconoce, pero el
problema se ve con optimismo, dado que se espera que, pasado el evento
deportivo, el ILC se convierta en el buque insignia del ministerio y
reciba una fuerte inyección de dinero.

Europa y EE UU esperan a que Japón haga un anuncio
oficial de que pretende construir el acelerador, lo que se espera para
2018 o 2019, explica Grahame Blair,
director de programas del Consejo de Instalaciones de Ciencia y
Tecnología de Reino Unido. Blair afronta una situación no menos
paradójica que su colega nipón, pues preside el organismo internacional
que aglutina a las agencias financiadoras de cara a nuevos aceleradores
lineales en representación de Europa, justo cuando su país planea
abandonar la Unión Europea. El británico admite que “aún no se sabe cómo
el brexit va a afectar a la ciencia en Reino Unido”. El
Gobierno de Theresa May aún debe “nombrar muchos cargos y simplemente no
sabemos lo que va a pasar”, reconoce.
En una incertidumbre similar está Abid Patwa, del
Departamento de Energía de EE UU. El pasado miércoles participó en la
reunión a puerta cerrada de las agencias financiadoras, donde se exploró
cómo “acomodar unos presupuestos planos en casi todos los países, con
el proyecto de diseñar” el ILC y otros aceleradores futuros, explica. Donald Trump ha arremetido contra la ciencia del cambio climático y ha agitado bulos sobre las vacunas,
pero sus planes en la exploración de los grandes enigmas del universo
son aún un misterio. En 2014, un panel de científicos que asesoraba al
Gobierno de Obama estableció cinco grandes prioridades para los próximos
10 años. La primera era seguir investigando en bosón de Higgs. Además,
se pretende aclarar el misterio de la masa de los neutrinos,
estudiar la materia oscura y aclarar la aceleración del universo,
probablemente empujado por la energía oscura. Por ahora, el equipo de
transición de Trump no ha dicho nada sobre este plan, ni cuál será su
estrategia para este campo del conocimiento, reconoce Patwa.
Entre tantas dudas, China sigue adelante con un
ambicioso plan que amenaza con arrebatarle al CERN Europeo el liderazgo
mundial en física de partículas. Jie Gao, del Instituto de Física de
Altas Energías, explica que su país planea construir un acelerador de
partículas de 100 kilómetros de circunferencia, unas cuatro veces mayor
que el LHC, y que abarcaría en su circunferencia un territorio superior a
la ciudad de Madrid. El proyecto rivaliza con otro casi idéntico del CERN.
La primera fase del proyecto, un colisionador circular de electrones y
positrones, también se solapa con el ILC. Empezaría a funcionar en 2030,
explica Gao. Después usarán el mismo túnel subterráneo para albergar un
colisionador de protones de 100 kilómetros que estaría listo en 2050,
explica el físico chino, cuyas explicaciones ejemplifican la forma de
hacer las cosas en la primera economía del mundo, según algunos baremos.
“En el último Plan Quinquenal hay una frase que dice que China debe
promover y sostener un gran proyecto internacional en ciencia, sin
mencionar cuál”, explica Gao.

Mientras, el CERN sigue adelante con sus propios
estudios “de aceleradores lineales y circulares”, asegura Fabiola
Gianotti, directora general del laboratorio, que se muestra muy
diplomática sobre los amenazadores planes chinos. “Es muy agradable ver
que en varias regiones del mundo hay interés por los aceleradores de
partículas”, señala.
La última esperanza de Europa en esta carrera será
su capacidad de innovación. El veterano físico Lynn Evans, director de
colisionadores lineales del CERN y uno de los padres del LHC, es muy
escéptico de que la potencia asiática pueda desarrollar por su cuenta
las nuevas tecnologías necesarias para cuadruplicar la potencia de los
aceleradores actuales. “Nos llevó 15 años construir el LHC”, y “puede
que se tarde 50 años” en construir un acelerador de 100 kilómetros,
“nosotros no lo veremos funcionando”, sentencia.
Bibliografía El País
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