CÉLULAS MADRE CONTRA LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE

El Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos ha financiado un ensayo clínico que muestra que la administración de dosis elevadas de terapia inmunodepresora, seguidas del trasplante de células hematopoyéticas autólogas del propio paciente podía llevar a una remisión sostenida de la esclerosis múltiple remitente-recurrente, la cuál es la forma más común de dicha enfermedad, que se encuentra caracterizada por la alternancia de periodos libres de la enfermedad y la aparición de brotes.

Los resultados del estudio muestran que dicha terapia, tras el paso de cinco años desde haber sido trasplantadas, permite que, hasta un 69% de los pacientes sobrevivan sin que dicha enfermedad haya experimentado una progresión. O lo que es lo mismo, sin que los síntomas sufridos avancen, que no progrese la discapacidad asociada a la enfermedad ni aparezcan nuevas lesiones cerebrales.

Los síntomas de la esclerosis múltiple pueden variar considerablemente y estos pueden incluir tanto dificultades motoras y del habla, como debilidad, cansancio o dolor crónico. La forma remitente-recurrente es la más frecuente, pero con el paso del tiempo, se puede producir un empeoramiento y evolucionar hasta una forma crónica de la enfermedad.

El objetivo del nuevo estudio realizado fue evaluar la durabilidad, infalibilidad y efectividad de la nueva terapia en 24 pacientes con edades comprendidas entre los 26 y los 52 años que, a pesar de ya seguir un tratamiento con fármacos disponibles, soportaban recaídas frecuentes y graves en algunos casos y un progresivo empeoramiento de su función neurológica.

El director del NIAID nos explica que dichos hallazgos sugieren que la administración en una única ocasión de esta terapia puede ser sustancialmente más eficaz que el tratamiento a largo plazo con los mejores medicamentos disponibles para las personas con determinados tipos de esclerosis múltiple.

En un primer lugar, los investigadores extrajeron células madre hematopoyéticas, es decir con la capacidad de diferenciarse en cualquier célula sanguínea, de los pacientes para trasplantárselas cuando se hubiese puesto fin a un tratamiento con altas dosis de quimioterapia. El objetivo era debilitar el sistema inmunológico, con tratamientos como la quimioterapia, para luego restaurarlo con las células madre.

Los autores de esta nueva estrategia terapéutica explican que este nuevo tratamiento experimental lo que pretende es suprimir la enfermedad activa y a su vez prevenir una mayor discapacidad mediante la eliminación de las células causantes de la enfermedad y el restablecimiento del sistema inmunológico.

En resumen, Richard Nash, co-autor de la investigación, resalta que aunque se necesita una mayor evaluación de los beneficios y riesgos, dichos resultados a cinco años sugieren el gran potencial de este tratamiento a largo plazo.

En los resultados, pudimos observar que, transcurridos cinco años del tratamiento, la mayoría de los participantes permanecieron en remisión y la enfermedad se había estabilizado. Además, algunos participantes mostraron notables mejorías, como la recuperación de su movilidad y/o de otras capacidades físicas.

En este contexto, también se debe tenerse en cuenta que el procedimiento no está exento de efectos secundarios muy graves. Y es que ya que el sistema inmune se encuentra muy debilitado a consecuencia de la quimioterapia, los pacientes se encuentran expuestos a contraer infecciones y enfermedades durante la fase de inmunosupresión. De hecho, tres de los participantes fallecieron durante el desarrollo del estudio, aunque ninguna de las muertes estuvo directamente relacionada con el tratamiento.

Fuentes: ABC

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