¿ESTAMOS EN LA TIERRA GRACIAS AL IMPACTO DE UN ASTEROIDE?

Un violento asteroide, o una parte de un asteroide, causó el cráter de Chicxulub, en la península mexicana de Yucatán, hace 66 millones de años, desencadenando la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno. Los gases portadores de azufre que se evaporaron tras el impacto bloquearon la luz solar durante varios años y la Tierra se enfrió bruscamente. 

Los dinosaurios, acostumbrados a vivir en un clima ideal de exuberante vegetación, no pudieron sobrevivir al cambio y se acabaron extinguiendo. 

La repentina extinción de los dinosaurios motivó el desarrollo de los mamíferos, desembocando en el dominio del ser humano en la Tierra. Entonces ¿estamos aquí por el impacto de un asteroide?

Es la tesis que mantienen Julia Brugger, Georg Feulner y Stefan Petri, tres investigadores del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, financiado por el Gobierno alemán. El estudio, publicado el viernes en Geophysical Research Letters, sugiere que lo que oscureció el cielo no fue el polvo con cenizas resultante del impacto, sino unas pequeñas gotas de ácido sulfúrico que se formaron en la atmósfera y que oscurecieron y enfriaron el planeta. "El enfriamiento a largo plazo causado por los aerosoles de sulfato fue mucho más importante para la extinción masiva que el polvo, que permanece en la atmósfera durante un período de tiempo relativamente corto. También fue más importante que eventos locales como el calor extremo cercano al impacto, los incendios forestales o los tsunamis", afirma Georg Feulner. Los científicos han investigado el fenómeno mediante una simulación informática específica, normalmente aplicada en diferentes contextos, un modelo climático que conecta la atmósfera, el océano y el hielo marino.

"Empezó a hacer frío, quiero decir, mucho frío", explica Julia Brugger, la principal autora del estudio. El promedio de temperatura global y anual del aire en la superficie descendió al menos en 26°C, con un período de temperaturas bajo cero de entre tres y 16 años y uno de recuperación de más de treinta años. Perecieron las plantas, se alteró drásticamente toda la cadena alimentaria y se mezclaron las aguas frías y calientes de los océanos, perturbando los ecosistemas marinos. Algunos animales marinos, como los amonites, se extinguieron. "Resulta fascinante comprobar cómo la evolución fue impulsada en parte por un accidente como el impacto de un asteroide; las extinciones masivas muestran que la vida en la Tierra es vulnerable", observa Feulner. "Todo esto demuestra lo importante que es el clima para todas las formas vivientes de nuestro planeta. Irónicamente, la amenaza más inmediata de hoy en día no procede del enfriamiento natural sino del calentamiento global causado por los seres humanos", concluye.

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