EL CANGREJO COCOTERO

Su cuerpo mide unos 40 centímetros, la envergadura de sus patas es de aproximadamente un metro y puede pesar hasta 40 kilos. Se trata del cangrejo de los cocoteros, el crustáceo más pesado de todos los que viven en la actualidad. Su nombre científico es Birgus latro, aunque también se le conoce como el cangrejo ladrón (de ahí lo de latro). Un apelativo que se ha ganado por su afición a hacerse con objetos brillantes de todo tipo, desde piezas de cubertería a envases metálicos, que sustrae de las casas o tiendas de campaña que se ponen a su alcance. Y es que este cangrejo en su vida adulta es terrestre y ha perdido su capacidad de vivir en el agua.

Estos crustáceos pueden levantar hasta 29 kilos de peso. Pero lo realmente sorprendente de este «animalito» es la fuerza que puede llegar a ejercer con sus pinzas, como acaba de descubrir un estudio publicado en PLOS. Al parecer, este cangrejo puede pinzar con una fuerza equivalente a más de trescientos kilos. Lo que supera la presión ejercida por la mordedura de cualquier animal terrestre, excepto las temibles mandíbulas de un caimán. Afortunadamente en la mayoría de los casos solo utiliza sus pinzas para romper los cocos de los que se alimenta. Pero no hay que confiarse, porque ocasionalmente puede hacer frente a algún humano si se siente hostigado.

Con esa fuerza no es de extrañar que pueda vivir entre 30 y 60 años, porque puede hacer frente a sus predadores. Sin embargo, su carne, muy parecida a la de las langostas, es muy apreciada en la zona donde habita, a lo largo del océano Índico y el Pacífico occidental. Lo que supone una amenaza para Birgus latro. En algunos lugares se considera que posee propiedades afrodiasiacas. La mayor población y mejor conservada de este peculiar cangrejo se encuentra en la isla de Navidad en el océano Índico, y existen colonias importantes en las islas Cook del océano Pacífico.

Se alimenta fundamentalmente de frutos, y entre estos prefiere los cocos, a los que accede trepando por las palmeras. Puede hacerlo gracias a su segundo par de patas, que le permiten subir a más de seis metros. Pero a la hora de comer, no hace remilgos a nada y es todo un oportunista. Le van bien los cadáveres de otros animales o incluso puede cazar algún animal lento que se despiste. Además, tiene una excelente «nariz», que le permite detectar olores a grandes distancias. Le atrae especialmente el olor a carne asada, bananas y cocos.

Otra curiosidad es su cortejo. Los ejemplares masculinos miden sus fuerzas con la hembra, a la que intentan tumbar en un combate de "lucha libre" que dura unos 15 minutos. Si lo logran, han encontrado pareja. Si no, tendrán que seguir partiendo cocos hasta para hacer músculos. Un mecanismo evolutivo que probablemente asegura a las hembras que escogen como pareja a los cangrejos más fuertes.

Después de la fecundación, la hembra pone los huevos y los adhiere a su abdomen, donde los lleva unos meses. Entre octubre y noviembre, la hembra deja las larvas (zoeas) en el mar durante la marea alta. Un «ritual» colectivo que tiene lugar en la misma noche, saturando la playa de animales.

Los jóvenes cangrejos de los cocos viven en el mar un mes. Luego salen a tierra y pierden sus capacidad de respirar bajo el agua, por lo que recurren a madrigueras que cavan ellos mismos o grietas de las rocas para protegerse. Los jóvenes se apoderan de una caracola, en la que se introducen, dejando sobresalir solo las patas y la cabeza. Este «traje» les sirve de armadura hasta que desarrollen un caparazón duro. 

Fuente: ABC

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