
Tras años de altibajos, el sector de la biotecnología por fin empieza a recoger los frutos de 15 años de investigación. La hipótesis o la idea ha salido del laboratorio para transformarse en un fármaco, una vacuna o una terapia y llegar al mercado. Después de pasar una época de estrecheces que llegó a agitar incluso el fantasma de la bancarrota de la industria, el año pasado empezaron a llover las buenas noticias. Los acuerdos millonarios alcanzados por las catalanas Oryzon Genomics y Palobiofarma con las multinacionales Roche y Novartis situaron a España en el mapa de la biotecnología.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ha situado a España en el top 10 de los países con mayor desarrollo del sector biotecnológico. Está lejos de centros como Boston, Silicon Valley, Londres o Suiza. Sin embargo, el sector aspira a situarse en un segundo pelotón, a la altura del llamado Medicon Valley de Dinamarca y Suecia. Hasta hace poco, España estaba en el mapa por alguna operación de relumbrón. Por ejemplo, cuando el magnate Warren Buffett puso el ojo en el país para adquirir en 2012 parte del grupo biotecnológico barcelonés Lipotec, dedicado a la cosmética y con clientes como Christian Dior y Estée Lauder. Los grandes casos de éxito se hicieron esperar, pero llegaron. “Esto es una carrera a largo plazo”, resume Carlos Buesa, que fundó hace 15 años Oryzon Genomics. La empresa consiguió el año pasado dar el gran salto al llegar a un acuerdo con el grupo farmacéutico suizo Roche para desarrollar y comercializar su fármaco Ory-1001 para el tratamiento de la leucemia mieloide aguda. Mediante ese acuerdo, Oryzon recibió 18,6 millones de euros los dos primeros años y se prevé el pago de otros 323,5 millones de euros en función de los objetivos alcanzados a medio y largo plazo. En diciembre de 2015, Oryzon dio otro paso más: salió a Bolsa. “Cuando empezamos, en 2001, la empresa valía unos 700.000 euros. Hoy está valorada en unos 100 millones”, afirma Buesa, quien ha tenido que “armarse de paciencia” para atravesar la aventura.
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