UN CUADRAPLÉJICO VUELVE A MOVER EL BRAZO

“Cuando tienes 19 años piensas que eres invencible”, reflexionaba hace poco días Ian Burkhart. Cinco años atrás, mientras se sumergía en el mar con sus amigos, una ola lo arrastró hasta un banco de arena y las vértebras de su cuello se fracturaron.Al siguiente día, cuando recuperó la conciencia supo que la mala suerte le había robado la independencia, que su cerebro ya no podría comunicarse con los músculos de todo el cuerpo.

Poco tiempo después del trauma, Ian y su familia descubrieron que a tan sólo 25 minutos en carro de su casa, en la Universidad Estatal de Ohio, un grupo de ingenieros y neurocientíficos trabajaban junto a la empresa Battelle en el desarrollo de "puentes nerviosos". Ian se convirtió en voluntario del experimento.

El pasado 13 de abril, con 24 años, Ian posó ante las cámaras de televisión y prensa para demostrar que este grupo de científicos norteamericanos está abriendo nuevas posibilidades para los pacientes parapléjicos y cuadrapléjicos. Mientras otros grupos apuestan por las células madre y la posibilidad de reconectar directamente los nervios que bajan y suben por la médula espinal, estos neurocientíficos desarrollaron un “bypass” neuronal, un puente digital, que podría devolverles el control muscular.

En la coronilla de su cabeza Ian lleva un dispositivo conectado directamente a su cerebro. “Al principio me producía dolores de cabeza”, contó el paciente a Linda Geddes de la revista Nature, “ahora ya ni siquiera lo noto”.

Este chip implantado entre sus neuronas detecta el área del cerebro que se activa cuando el paciente piensa en mover la mano. Una señal es enviada a un computador programado con algoritmos que traducen el mensaje en una nueva serie de señales eléctricas que viajan hasta un dispositivo ajustado a los músculos del antebrazo.

Tres veces a la semana, Ian entrena movimientos con esta tecnología. En su última demostración pública logró tocar una guitarra de juguete conectada a un videojuego.  Una prueba del control que ha logrado incluso sobre los dedos.
El grupo de neurocientíficos explicó que hasta ahora se creía que tras un accidente de este tipo, las neuronas en el cerebro comenzaban a reorganizarse y a reprogramar sus conexiones. El experimento con Ian y otros pacientes les ha demostrado que afortunadamente esa reorganización es menor de lo que pensaban. “Esto nos da mucha esperanza en que no hay tantos cambios neuronales en el cerebro de lo que imaginamos, por lo que podríamos crear puentes entre las áreas dañadas para recuperar el movimiento”, comentaron.

Las buenas noticias para Ian y otros pacientes tienen algunas limitaciones. Por ahora, el sistema sólo se puede usar en un laboratorio lo que limita enormemente su utilidad y debe recalibrarse cada vez que se utiliza.

“Lo que deseamos es crear interfaces neurológicas que sean estables día tras día y no requiera recalibrarse”, explicó a la revista Andrew Jackson, investigador de la Universidad de Newcastle en el Reino Unido.

“Estamos en un punto en el que hablamos de algo que podría beneficiar a un número muy pequeño de personas”, comentó Elizabeth Tyler-Kabara, de la Universidad de Pittsburgh, para poner en perspectiva los avances conseguidos hasta ahora.

Fuente:  El Espectador

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