Normalmente se tratan con antibióticos, pero estos actúan de manera similar a un bombardeo incontrolado que elimina a todas las bacterias, ya sean buenas o malas.
En ocasiones, las bacterias invasoras desarrollan resistencia a los antibióticos que dejan de ser eficaces contra la infección y empeoran la salud del paciente al acabar con el resto de la flora intestinal.Es en estos casos cuando el trasplante de material fecal resulta muy efectivo.
Las heces contienen un cóctel muy complejo de microorganismos llamado microbioma. Se ha comprobado que en el 94% de los casos de Clostridium difficile tratados con un trasplante de materia fecal, el microbioma procedente de las heces de un donante sano es capaz de sanar el intestino de la persona enferma, restableciendo el equilibrio del ecosistema intestinal y eliminando la infección.
Pero para poder depositar la materia fecal sana en el intestino del paciente los únicos métodos disponibles hasta ahora son la colonoscopia, el enema o la sonda nasogástrica -un tubo de plástico que entra por la nariz y llega hasta el estómago o el intestino delgado-, todos ellos procedimientos invasivos y dolorosos que son molestos para el paciente y además implican un cierto riesgo.
Esto puede cambiar gracias a unas cápsulas desarrolladas por una organización llamada
Open Biome cuya base está en Massachusetts. Ellos son los responsables de haber creado en 2012 el primer banco de heces del país que distribuye material fecal ya preparado para el trasplante a los hospitales que lo necesiten. Para conseguir la materia prima recurren a donantes que son sometidos a cuidadosos controles sanitarios, con el objetivo de disminuir el riesgo de trasmisión de enfermedades infecciosas.
Los científicos de Open Biome han tenido que idear un método para que el materia fecal del interior no entre en contacto con las paredes de la cápsula hasta llegar al intestino, pues el material del que están hechas se disuelve en contacto con las heces. Este material se debe disolver al llegar al intestino delgado del paciente, depositando allí su carga. Al rellenarlas con la materia fecal del donante las cápsulas se disolvían desde dentro hacia afuera, desintegrándose antes de tiempo.
Para solucionar el problema han ideado un método por el que la materia fecal se suspende en una grasa especial formando pequeñas gotas, de manera que no entra en contacto con las paredes. El resultado es que las cápsulas mantienen su integridad a temperatura ambiente y no liberan su contenido hasta llegar al intestino delgado.
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