LA CIENCIA FICCIÓN LLEGA A NUESTRAS VIDAS

En un mundo en el que la tecnología ha pasado a formar parte crucial de nuestras vidas, un componente sin el que muchos no imaginamos nuestros días actuales, ha comenzado a abrirse paso, una tendencia científica que puede revolucionar la ciencia tal y como la conocemos y la vivimos.

Hablamos de biohackers: biología + hackers, dos palabras que resumen una nueva práctica científica en la que los que forman parte de ella convierten sus propios organismos o el de otros seres vivos en auténticos laboratorios de "andar por casa".


El objetivo no es otro que ampliar las capacidades del ser humano, físicas y mentales, partiendo de la base de que el organismo es una máquina simple que, por supuesto, puede mejorarse.

Los biohackers experimentan de las formas más variadas, desde la secuenciación de genomas a la implantación de dispositivos electrónicos subdérmicos o incluso poniendo a prueba el organismo con ensayos físicos directos como la exposición de elementos químicos.

Un equipo de investigadores del grupo Science for the Masses (SfM) de California, utilizó el cloro e6 para adquirir temporalmente visión nocturna sin necesidad de llevar ningún wearable gadgets. El ratón de laboratorio fue en este caso Gabriel Licina, quien, tras los previos experimentos con animales, aceptó ser el primero en probar el compuesto de color azabache en sus propios ojos. El resultado fue la obtención de visión nocturna sin gafas con un alcance de hasta un máximo de 50 metros, algo que parece sacado de la ciencia ficción toca por completo la realidad.

Si ya nos hemos acostumbrado a hablar de las wearable technologies (tecnologías ponibles o vestibles), podríamos decir que el biohacking es su versión más transgresora y vanguardista. El cual, en vez de llevar el dispositivo de forma externa, lo llevaríamos internamente, pero el objetivo seguiría siendo el mismo, lo llevaríamos implantado en nuestro organismo para ayudarnos de mil y una formas en nuestro día a día, en las actividades más ordinarias, como a la hora de practicar nuestro deporte favorito o realizar nuestro entrenamiento diario.

Esta ciencia ciudadana no es nueva, nació hace más de una década en Estados Unidos. La investigadora Meredith Patterson es la autora del Manifiesto del Biohacking. Patterson desarrolló bacterias modificadas genéticamente que se iluminaban al contacto con la melamina, una sustancia química letal para los humanos y que en el pasado se utilizaba para adulterar alimentos para mascotas y para humanos. Estas bacterias fueron modificadas a través del ADN de las medusas para teñirse de color verde ante la presencia de melamina, lo que ayudó a salvar muchas vidas.

Aunque a nivel nacional, aún se está iniciando esta disciplina, tiene aspecto de convertirse en una práctica más que habitual en nuestro país y en todo el planeta, que cambiará la forma en la que nos relacionamos y vivimos.

Hackteria, Biotweaking, Genomes Unzziped, Biobricks son algunas de las organizaciones que apoyan de alguna forma esta biología sintética, pero pronto serán muchas más.

Así, llevando la creatividad a la vida, fundiendo el cuerpo humano con la tecnología (o contaminando nuestra evolución biológica, según se mire). El sueño de la biología sintética nos acerca la visión más personal y osada del internet de las cosas. ¿Dejaremos de depender de todo este amplio abanico de dispositivos y pasaremos a llevarlos insertados en nuestro interior? Con el tiempo lo averiguaremos, pero está claro que existe un paso obligado, conseguir un aumento en el nivel de tolerancia hacia la biotecnología entre la población.

Fuente: - Muy Interesante
             - Think Big

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