¿CALVO,UNICEJO,CANOSO? ECHA LA CULPA A DIEZ GENES



¿Barba cerrada, cejas pobladas o unicejas, calvicie, encanecimiento? Todo ello está en diez genes que acaba de identificar un equipo coordinado por el University College de Londres. El hallazgo ayudará a aclarar los mecanismos de crecimiento y distribución del cabello y, según esperan los científicos, definirá marcadores de interés forense (que se preparen los del CSI) y dianas farmacológicas para quitar o poner pelo a voluntad del usuario.







Hace unos 50.000 años, en un lugar desconocido entre Europa y Asia, una humana moderna y un neandertal tuvieron sexo por primera vez. La mujer descendía de un grupo de cazadores llegados desde las sabanas de África y muchos de los suyos habían muerto a causa del frío helador de Europa. Su compañero de cama, corpulento y pelirrojo, era de una estirpe que llevaba decenas de miles de años sobreviviendo en aquel continente gélido en el que aún había mamuts y tigres dientes de sable. Apenas sabemos nada sobre aquel encuentro decisivo, pero sí que aquella pareja no fue la única en probar el sexo entre especies. Pronto nacieron bebés híbridos que, contra todo pronóstico, tuvieron a su vez hijos y nietos y bisnietos y así hasta nuestros días.


 Barba cerrada, cejas pobladas o unicejas, calvicie, encanecimiento? Todo ello está en diez genes que acaba de identificar un equipo coordinado por el University College de Londres. El hallazgo ayudará a aclarar los mecanismos de crecimiento y distribución del cabello y, según esperan los científicos, definirá marcadores de interés forense (que se preparen los del CSI) y dianas farmacológicas para quitar o poner pelo a voluntad del usuario. El mítico crecepelo de los vendedores del desierto ya puede presumir de alta tecnología. Y seguro que lo hará pronto.


Las posibilidades que abren estos resultados para la investigación forense son novedosas y de un gran interés. El análisis del ADN de un violador, por ejemplo, podrá –desde hoy mismo, de hecho— traducirse en un retrato robot del cabello, la barba y las cejas del delincuente: no solo de su color, sino también de su forma, su espesura y su distribución en la cara. Los criminales van a quedar mejor retratados que nunca.


 Como dice el primer autor del trabajo, Kaustubh Adhikari, de la unidad de biología celular y del desarrollo del University College, “hemos incrementado el conocimiento sobre la forma en que los genes influyen en nuestro aspecto”. La cosmética también acabará beneficiándose de ello, aunque está por ver de qué forma.



Otro de los principales resultados del trabajo es la identificación del primer gen canoso, o de tendencia a encanecer, lo que demuestra de manera definitiva que el pelo gris no se debe exclusivamente a las condiciones del entorno –divorcios, hipotecas, imputaciones—, sino que tiene un componente genético decisivo. El estudio se presenta en Nature Communications. Junto al centro londinense, han colaborado la Universidad de Oviedo e instituciones de Reino Unido, Perú, Chile, Argentina, México, Colombia, Brasil y Australia.









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