UN POCO MÁS CERCA DEL ''MISTERIO'' DE LA FECUNDACIÓN

Un equipo de investigadores del Instituto Sanger
de Cambridge (Reino Unido) explicaba hacia 2014, cómo se produce el encuentro entre las células más importantes para nuestra vida, con estas palabras: ''La fertilización ocurre cuando el espermatozoide y el óvulo se reconocen y se fusionan para formar un organismo genéticamente distinto y nuevo''. Hasta hace poco se ignoraba lo que sucedía a nivel molecular cuando el óvulo y el espermatozoide se reconocen, aunque dada la relevancia del proceso se podría creer que los científicos lo conocen bien.

En un artículo publicado en Nature hace dos años aproximadamente, se anunciaba la identificación de un receptor bautizado como Juno, en el óvulo que se enganchaba a una proteína de la superficie del espermatozoide llamada Izumo1. Este sistema de amarre es esencial para la fecundación de varias especies de mamíferos. Los investigadores de Cambridge comprobaron que las hembras de ratón que no producían la proteína Izumo1, eran estériles y también se comprobó que los óvulos sin Juno no podían unirse a los espermatozoides. Además, pudo comprobarse que una vez ha entrado el espermatozoide, el receptor Juno se desprende rápidamente del óvulo para impedir el ataque de otros aspirantes.

En la actualidad, en un trabajo que se publica en la revista Current Biology, un investigador de un instituto de Suecia, Luca Jovine, muestra algunos detalles más sobre ese sistema de reconocimiento que permite a dos células unirse para formar un nuevo ser humano. Jovine, ha empleado rayos X para obtener la estructura tridimensional de Juno. Ha conseguido obtener información sobre cómo funciona y, a largo plazo, sobre posibles maneras de manipularlas. La conclusión es que Juno pertenece a una familia de proteínas conocidas como receptores de la vitamina B9, importantes en muchos procesos biológicos como el desarrollo del feto.

Materia Jovine, explica que algo muy interesante y llamativo de nuestra atención, ha sido la observación de un bolsillo en la estructura de la proteína (Izumo1), una especie de grieta que puede servir para encajarse con otras moléculas. Además añade, que si la superficie de una molécula es muy plana, no es fácil encontrar un fármaco que se una a ella, pero esta característica puede ser interesante para encontrar medicamentos que inhiban su acción. Ese tipo de fármacos, teóricamente, podrían convertirse en alternativa a los anticonceptivos hormonales actuales.

El trabajo del equipo ha revelado con detalle el aspecto y estructura de Juno, dando una idea de cómo interactúa con Izumo1 y cómo esto regula el amarre entre espermatozoide y óvulo. Desde el punto de vista evolutivo, ofrecen una idea sobre el origen de nuestra forma de tener descendencia. Según los autores, hace millones de años, se produjo un cambio en los receptores de la vitamina B9 que permitió la aparición clave de la reproducción de los mamíferos. Aunque Juno tiene una forma similar a otros miembros de esta familia de receptores, posee una región diferente que en sus primos, precisamente, para unirse con la B9. El cambio le hizo perder su función original, pero le dio la oportunidad de la participación en un sistema de comunicación muy creativo e entretenido.

FUENTE: El País

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