ENSEÑAN A LAS NEURONAS A RESPONDER AL PLACEBO

El hallazgo sugiere que se podría reducir el consumo de medicamentos mediante mecanismos de aprendizaje con placebos en pacientes de párkinson. Un estudio sugiere que se podría reducir el consumo de medicamentos mediante mecanismos de aprendizaje con placebos.

La investigación, liderada por el neurocientífico Fabrizio Benedetti, de la Universidad de Turín, y publicada el 10 de febrero de 2016 en The Journal of Physiology, concluye que las neuronas de pacientes de párkinson pueden ser «adiestradas» para responder a un placebo después de administrar un fármaco. Para «entrenarlas» al placebo los investigadores usaron apomorfina, un fármaco dopaminérgico utilizado en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson.


Desde hace más de veinte años, Benedetti estudia el efecto placebo como herramienta para comprender el funcionamiento del cerebro. En concreto, investiga los efectos fisiológicos reales que desencadenan los placebos y cómo las expectativas del cerebro pueden provocar la liberación de neurotransmisores específicos. Según Benedetti, la respuesta al placebo implica una gran cantidad de moléculas, muchas veces, las mismas que se activan con los fármacos reales.

Los pacientes de párkinson sufren temblores característicos y rigidez de los músculos debido a que sus neuronas productoras de dopamina se van muriendo gradualmente. Generalmente los síntomas se alivian con el consumo de fármacos tales como la apomorfina, que activa los receptores de la dopamina. En algunos casos, las personas con esta enfermedad responden claramente a los placebos, pero la mayoría no.

Para algunas afecciones, tales como el dolor y los trastornos inmunitarios, los ensayos clínicos han demostrado que es posible entrenar a los pacientes para responder a los placebos, aunque esta práctica no se ha desarrollado aún en la práctica clínica. El equipo de Benedetti se preguntó si se podría obtener el mismo efecto en los trastornos neurológicos.

En su investigación, los científicos estudiaron a pacientes de párkinson avanzado a los cuales se les implantaron electrodos en el cerebro para una terapia que alivia los síntomas mediante la estimulación directa de las zonas afectadas (técnica llamada estimulación cerebral profunda). Esta cirugía dio al equipo de Benedetti una oportunidad única para medir la actividad de neuronas concretas en el tálamo, una región del cerebro conocida por ser inhibida por la falta de dopamina en los pacientes de párkinson.

Durante la cirugía, a los sujetos estudiados se les suministró un placebo (una inyección de solución salina) que se les dijo que era apomorfina. No se produjo ninguna respuesta, a menos que los pacientes hubieran sido «pre-condicionados» con 1-4 inyecciones diarias del fármaco real los días previos a la operación. Estos pacientes sí que respondieron al placebo: después de la inyección, sus neuronas mostraron una mayor actividad, y su rigidez muscular disminuyó (según la evaluación de un neurólogo que desconocía tanto el propósito del estudio como el tipo de tratamiento que habían recibido los pacientes). Según Benedetti, el hecho de haber podido medir la respuesta de neuronas aisladas demuestra que los cambios en el resultado clínico no se explican debido a sesgos del paciente o del experimentador.

A mayor número de inyecciones de apomorfina previas, mayor fue la respuesta posterior al placebo. Cuando los pacientes recibieron cuatro inyecciones anteriores no hubo ninguna diferencia entre la respuesta al fármaco y al placebo. (El resultado no puede ser debido a la apomorfina residual, ya que el fármaco se elimina prácticamente del cuerpo al cabo de pocas horas.)

Por ahora, el entrenamiento al placebo conseguido en este experimento es de corta duración: desapareció después de un máximo de un día. Pero Benedetti espera que se pueda alargar el «recuerdo» del placebo dando a los pacientes fármacos reales durante más tiempo. Un reto para el futuro será ver si este efecto puede extenderse más allá de las 24 horas.

Este estudio puede tener implicaciones profundas, ya que se podría reducir el consumo de medicamentos mediante mecanismos de aprendizaje con substancias placebo. Benedetti sugiere que los placebos también podrían ayudar a retrasar la tolerancia a los fármacos, lo que sucede cuando el efecto de un fármaco desaparece después de su uso a largo plazo.

«Este estudio es importante porque demuestra que la respuesta clínica y la activación neuronal están claramente relacionadas y pueden ser entrenadas», comenta Christopher Goetz, neurólogo del Centro Médico de la Universidad Rush de Chicago, Illinois.

«A pesar de que el tamaño de la muestra (número de pacientes estudiados) sea pequeña, los resultados parecen convincentes», añade Tor Wager, neurocientífico de la Universidad de Colorado especialista en el efecto placebo en el alivio del dolor. Las investigaciones con placebos se han centrado tradicionalmente en una idea diferente: que los pacientes responden al placebo si tienen expectativas positivas de que un tratamiento funcionará. Wager apunta que el estudio de Benedetti, junto con otros, muestra que las asociaciones aprendidas podrían trabajar conjuntamente con las expectativas positivas para causar cambios en el cerebro.

Más información en The Journal of Physiology

Fuente: IyC

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