LA CRIATURA CAPAZ DE APRENDER Y ENSEÑAR SIN CEREBRO

No es un animal, ni una planta, ni un hongo. El moho de los fangos -Physarum polycephalum para los científicos- es un organismo extraño, amorfo, compuesto de una célula gigante, cuyo hábitat natural es la basura forestal, pero también se puede cultivar en una placa de laboratorio. Aunque no tiene cerebro, puede aprender de la experiencia, como han demostrado los biólogos del Centro de Investigación en Cognición Animal (CNRS, Université Toulouse III - Paul Sabatier).

Ahora, el mismo equipo de científicos ha ido un paso más allá, demostrando que un molde de este limo puede transmitir lo que ha aprendido a un molde de limo compañero cuando los dos se combinan.

Audrey Dussutour y David Vogel ya habían adiestrado moldes de limo para mover sustancias repelentes pero inofensivas (por ejemplo, café, quinina o sal) para alcanzar sus alimentos. Ahora revelan que un moho de limo que ha aprendido a ignorar la sal puede transmitir este comportamiento adquirido a otro simplemente fusionándose con él.

Para lograr esto, los investigadores enseñaron a más de 2.000 mohos de limo que la sal no representaba ninguna amenaza. Para alcanzar su alimento, estos moldes de moho tuvieron que cruzar un puente cubierto con sal. Esta experiencia les hizo 'habituados'. Mientras tanto, otros 2.000 moldes de moho tuvieron que cruzar un puente desnudo de cualquier sustancia, y se les clasificó como 'ingenuos'.

Después de este período de entrenamiento, los científicos agruparon los moldes de lodo en pares habituados, ingenuos y mixtos. Los moldes pareados de moho del fango se fundieron juntos donde entraron en contacto. Los nuevos moldes de limo fundido tuvieron entonces que cruzar puentes cubiertos de sal. Para sorpresa de los investigadores, los moldes de moho mezclado se movieron tan rápido como los pares habituados, y mucho más rápido que los ingenuos, lo que sugiere que el conocimiento de la naturaleza inofensiva de la sal había sido compartido. Esto es válido para moldes de limo formados a partir de 3 ó 4 individuos. No importa cuántos se fusionaran: sólo un moho del fango habituado era necesario para transferir la información.

Para comprobar que la transferencia había efectivamente tenido lugar, los científicos separaron los moldes del limo 1 hora y 3 horas después de la fusión y repitieron el experimento del puente. Sólo los moldes de limo ingenuos que habían sido fusionados con moldes de limo habituados durante 3 horas ignoraron la sal. Todos los demás fueron repelidos por ella. Esto era prueba de aprendizaje. Al ver los moldes de limo a través de un microscopio, los científicos observaron que, después de 3 horas, se formó una vena en el punto de fusión. Esta vena es indudablemente el canal a través del cual se comparte la información.

Los siguientes desafíos que enfrentan los investigadores son dilucidar la forma que toma esta información y probar si más de un comportamiento puede ser transmitido simultáneamente.

Fuente: ABC

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